miércoles, 6 de febrero de 2013

En dos partes

I.

Hace tiempo que nadie dormía donde vos estás durmiendo, así lo decidí por un rato.

Me gusta como dormís, respirás pesado, pegado a mí. Me gusta tu calor, el peso de tu brazo sobre mi costado, cuando me apretás con fuerza entre sueños. Me gustan tus pies entre los míos.

Dormir ya no es para mí. Y ahora que estás aquí estoy demasiado ocupada disfrutándote, recolectando recuerdos que me van a atormentar luego: tu respiración y tu olor a piel.

Abro los ojos, el reloj dice que son las 5:47am y lo detesto. Si fuera de madrugada te habría despertado cuando estaba oscuro, te habría presentado la hora que siempre me despierta y a lo mejor vos la habrías podido convencer que me dejara en paz. Pero ya amaneció, hay luz y es muy temprano para arrancar el día.