miércoles, 6 de febrero de 2013

En dos partes

I.

Hace tiempo que nadie dormía donde vos estás durmiendo, así lo decidí por un rato.

Me gusta como dormís, respirás pesado, pegado a mí. Me gusta tu calor, el peso de tu brazo sobre mi costado, cuando me apretás con fuerza entre sueños. Me gustan tus pies entre los míos.

Dormir ya no es para mí. Y ahora que estás aquí estoy demasiado ocupada disfrutándote, recolectando recuerdos que me van a atormentar luego: tu respiración y tu olor a piel.

Abro los ojos, el reloj dice que son las 5:47am y lo detesto. Si fuera de madrugada te habría despertado cuando estaba oscuro, te habría presentado la hora que siempre me despierta y a lo mejor vos la habrías podido convencer que me dejara en paz. Pero ya amaneció, hay luz y es muy temprano para arrancar el día.

Quiero dormir. Cierro los ojos y me asalta una imagen de anoche: tu mano detrás de mi oreja, rascándome el pelo, justo antes de un beso. Sonrío sin que me veás, te acomodás por enésima vez a mi lado, suspirás como alegrándote también de estar aquí.

Desayunamos, me pregunto a qué hora pensás irte y espero que no sea pronto. Volvemos a la cama, vagabundeamos y hablamos -hace mucho calor para el edredón-. Es el domingo perfecto.


II.

Pasó una semana. Hace frío pero debajo de tus cobijas no lo sentimos. Traés desayuno a la cama, me chineás y me gusta, me hace bien. Vos me hacés bien. 

Sacás papel y lápiz, escribís algo antes que se escape la inspiración, te pregunto  pero sólo sacudís la cabeza. Conozco el trance y sonrío. No sabés, llevo todo el día redactando en mi cabeza.

Volvemos a la cama. ¿En qué momento se hizo de noche otra vez? No era mi intención quedarme más de la cuenta, no quise secuestrar tu día. El mundo exterior sólo se esfumó y de repente reapareció. Mierda, lo siento.

Tres veces intento irme y tres veces tus manos no ceden. El mundo exterior se disipa de nuevo.

Felicidad es una palabra muy fuerte para este momento. Pero la entiendo como es. La recibo cuando aparece y no me aferro, para que vuelva cuando le nazca. Hace años que nos vemos de esta manera, en ratitos escondidos. Anda muy ocupada por otros lados, pero yo la entiendo, ella lo sabe.

Por fin me voy, me llevo ganas de volverte a ver. 



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