jueves, 7 de marzo de 2013

De visitas

Anoche me visitó un fantasma.

Llegó mientras cocinaba y se acomodó en la mesa, a verme mientras picaba ingredientes y revolvía ollas.

Después de comer mis improvisaciones nos fumamos lo que me quedaba del paquete de cigarros y le entramos a lo que quedó pendiente.

-Te extraño. 
-Vos me dejaste ir.

Le recordé lo que fue para mí, parece que lo había olvidado, no sé cómo funciona la memoria en el más allá pero creo que borra cosas importantes. Le expliqué lo difícil que fue soltarlo y cuánto lo he llorado. 

Nada qué hacer. Lo enterré y yo misma cavé la tumba. Él ayudó un poco y me dejó acá, rodeada de vivos, aparentando vivir yo también.

-¿Y si no me hubiera muerto?
-Eso lo sé perfectamente y me atormenta. Nuestro futuro estaba mucho más claro que el presente. Nos vi,  como te veo ahorita, con tres enanos yendo de paseo los fines de semana, vagabundeando los domingos y riéndonos en el supermercado; haciendo vida sin una boda y retirándonos a Puerto Viejo, sin quedarnos nunca de qué hablar. Esa nunca fue la duda.
-Sigo sin entender.
-Extraño tu cara y tu voz. Nuestro idioma. Sentir mi hogar en tu corazón.

No fue un fantasma frío, ni vaporoso, a través de los que podés ver. Más bien uno tangible y cálido. Presente.

-Lo siento.
-¿Qué sentís?
-No podías seguir así, fue un acto de amor realmente.
-Decílo.
-Siento haberte matado.
-Yo sé.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario